Luminosa Simetría
Si mal no recuerdo son las obras del 2007 o 2008
Mariana bordó junto a su madre ese verano
la que ahora observo sin saber su nombre
tiene el marco delgado y claro.
Es de un tamaño mediano de aproximados 25 por 60 cm
y su fondo oscuro evoca un paisaje japonés.
Un extraño paisaje oriental por la composición y colorido.
El bordado combina las puntadas largas
con una variedad diminuta
que logra en el contraste
el efecto de la espuma o la puntilla.
En la base se destacan tres conjuntos de variada geometría
turquesas y rojos, amarillos y blancos, fucsias y verdes.
Cubos desplegados
provenientes de una ciencia anterior a las mediciones.
Figuras que se curvan y se aflojan
dibujadas sin reglas
obedientes al temperamento de los hilos.
Ese primer plano horizontal en la noche del fondo
anuncia la vigencia de una realidad cercana pero poco conocida.
Las formas sólo un recuerdo, otra imagen de aquella.
Quebrados
extendidos
unidos por los vértices y la casualidad.
De este universo geométrico nace, se desprende
crece en equilibrio y de las mismas hebras, otro.
Reflejo del primero y orgánico a la vez
en lo que podríamos denominar un segundo plano.
Como sueños, emanaciones de la geometría
desprendimientos de ella.
Nacen de a pares y diferentes sobre la unidad del fondo negro
En lo reconocible de una imaginería
que el zurcido aplica sobre la tela.
Es un riesgo pensar que se trata de una figura femenina
la que ocupa el centro de la escena.
Sin embargo es la tejedora
mujer insecto
la que con sus antenas inclinadas hacia delante
no se diferencia de esa trama donde nada es completo ni definitivo.
Estoy tejiendo esa madeja
lunática planta de colores
Dice Mariana en su poema Invención de un rosal
Y desnuda este proceso en vías de mudanza
lo hace visible a través de las formas en su propio sistema de reciprocidades.
La tejedora sigue atenta y prolija cada fase
los ciclos de la floración
mientras el paso de la aguja
desgarra y une las diminutas redes que el bordado tensa.
En esa antigua manera de poner en relación aquellos elementos de diferente orden puede tener su origen la capacidad de crear y transformar este mundo familiar y cercano en otro alucinante.
En mi infancia, todas las mujeres de la casa manejaban la aguja.
Siempre me han fascinado las agujas, su poder mágico.
Utilizamos la aguja para arreglar algo que se ha estropeado.
Es una invocación al perdón.
Dice Louise Bourgeois y su relato une las experiencias de niñez y juventud al bordar junto a su madre con su última serie de bordados, realizada con más de 90 años.
En tal sentido, el instrumento y la técnica amplifican los resultados y otorgan a ese todo un carácter de profunda humanidad en sí mismo. Reparación y perdón acciones hermanadas que anhelan restaurar lo que se ha perdido.
Una fórmula para captar lo acabado en lo inacabado reivindica de algún modo los procesos en su movilidad.
Mariana cruza la línea de la imagen hacia la palabra en este libro de poemas que ha llamado Línea de atlas, desde el cual continúa y expande un sistema propio de recolección y lectura de los datos que la realidad le aporta.
Bordadora botánica poeta
elabora una teoría de lo múltiple que en el trayecto de lo literal al sueño logra sintetizar una manera de habitar en la frontera de lo cercano.
Pasábamos a otros mundos por las cosas
a mirar con una lupa encendida y creí que vendrías
y recorreríamos el cielo, buscando un lugar.
Estamos entonces
ante un cuaderno de ejercicios de la percepción
o
ante un incipiente mapa para transitar el sueño de la pérdida
Ella dice:
Estoy bordando una manta
para cubrir el patio
y le salía la noche
con árboles precisos
estirándose al margen
y entonces vernos
cuando acabe la geografía.
Del bordado a la escritura o seguramente
de manera simultánea
se mueve la artista para iluminar las coincidencias.
Cito del poema Transparencias antiguas
De viaje alimentada
por las manos de un ángel
larga y fría una mujer en el sendero frutal
olores de tierra, de humedad
nace un cuerpo transparente
los pájaros cruzan las ventanas
y el mundo entero es una línea imperceptible
que nos atraviesa el corazón.
Línea de un atlas imaginario.
Necesario para desplazarnos en este universo personal
que encuentra inspiración en esa variedad sin límites de lo feérico
puerta de ingreso al tiempo que vuelve por momentos a la infancia
donde el juego, el sueño, lo terrible
integran esa suerte de estado
primero y frágil
muy cercano a la noción de un edén que se agrieta irremediablemente
Cito el poema del poema Final de la siesta
Todas esas flores marchitas
en luna abren el petalaje a la montaña
y esconden los signos del sueño.
Cuando era niña miraba collares de perlas
imitaciones baratas de un ámbar dorado y puntiagudo
allí culmina el puente que une
mis primeras visiones.
Floraciones elegíacas cierra o tal vez es el principio de esta segunda colección de poemas que componen este libro o herbario donde la oscuridad toma ya la forma de en un tapizado transparente.
De atrás hacia delante el conjunto vuelve sobre los pasos de una frase fúnebre.
Las floraciones se unen al lamento y a la pérdida en una suerte de fiesta íntima
de altar de lo amado en la memoria.
Sobre los túneles
las grietas
la sequedad de la tierra en invierno o en verano
alguna gota se desprende y se ilumina
con papeles recortados
tiras de género
o con círculos dibujados en el aire
el patio se reanima ante el nuevo decorado que trae la muerte
Cito
Una y otra tiras de telas, copas de piel, cilindros rotos
alambrados de plegarias en papeles rodeando los patios
escondida una mujer con su dedo dibuja al aire
pequeños círculos para adornar la noche
son apariciones vegetales
habitáculos de aire donde se acumula el tiempo
allí decorando los jardines flotan los muertos.
Las estaciones en este punto se tornan artificios que reproducen las fisuras.
La inquietante floración de las matas al llegar la primavera sólo reiteran el olvido.
Cito
Disfrazado sobre las ramas del ciruelo las flores
tristemente ordenadas al frío y con su viento
el eco fue un rapto de semillas, de arenas
más tarde, caerían todas sus plumas frutales
estación detenida por donde se abren paso los muertos.
Es a este altar al que Mariana regresa para bordar como su madre
o al lado de ella.
Vuela la aguja sobre el fondo oscuro
cruzan hilos fosforescentes, profusos e irregulares
puntadas sobre la tela para tocar las frutas y las flores
su corazón de cereza o de pájaro
Cito
Ana desemboca en el fuego
María alimenta las palomas.
Exactas sobre la tarde guardan mustias del bordado
descubren murallas
invaden un horizonte paralelo.
Los ornamentos de la frase, las finas hebras
los detalles que componen cada cuadro
multiplican una y otra vez los ecos vegetales
de un paraíso lejano.
Cito
Hacia el pantano paseamos de la mano
el mundo se desdobla yo mil veces yo
dos veces desdoblada me imagino desaparecer.
Una línea de atlas es la marca en un limbo
Claudia Santanera
Córdoba noviembre de 2010
Revista Ñ
12-02-2011
12-02-2011