martes, 15 de septiembre de 2009

Alción Editora Invita


Alción Editora

tiene el agrado de invitar Ud./Uds a la

presentación de

el entrerrianito

de Mauro Cesari

el día 25 de s

etiembre a las 20 hs.

Presentación y lecturas:

Gabriela Milone y Mauro Cesari


en

Archivo Histórico

Riva

davia 222

Paraná,

Entre Ríos







Jueves 3 de setiembre de 2009

Edición impresa | Suplemento Cultura | Nota

Las palabras del río

Antonio Oviedo
Especial

El título mismo, con minúsculas, es además el diminutivo de un gentilicio que designa al oriundo de Entre Ríos. Sin embargo, es también lo pequeño, lo insignificante, lo que puede adquirir incluso poca visibilidad por su tamaño y que se esparce en las páginas de éste, valga la redundancia, "librito" de Mauro Cesari, nacido precisamente en Paraná en 1977. Nacido precisamente al lado de "un río sin orillas", como supo titular Juan José Saer a un ensayo que explora el Río de la Plata y los cursos no menos caudalosos y anchísimos que bajan desde Brasil y circundan –o atraviesan– la Mesopotamia: el Paraná, el Uruguay, el Gualeguay, entre otros.

Una geografía, además, íntimamente asociada a la experiencia lírica –sin parangón en la literatura argentina– de Juan L. Ortiz, a su opus magnum En el aura del sauce.

No hay razón alguna entonces para soslayar este precedente en los versos que ha reunido Cesari en las páginas de el entrerrianito. Nombre con el cual se puede acaso designar también el texto como tal que escribió Cesari. En el sentido de que sus tres secuencias ("Hechos", "Eco" y "Apéndice a modo de tarros o El barro") conforman un artefacto designado por dos palabras, una breve y la otra particularmente extensa, que semejan una suerte de desgajamiento, de afluente que, deslizándose por un cauce propio, se apartó del vasto río que Juan L. Ortiz convirtió en su poética más intransferible.

Se apartó, en un doble sentido, pues consiguió trazar un recorrido capaz de reivindicar a quien lo antecedió y a la vez moldeó formas originales para fundar ese mismo recorrido. Importa leer las dos líneas que Cesari emplea en su poema para justificar la distancia, por así llamarla, que puso con su grandioso predecesor literario: "Alejarse/usando como impulso el cuerpo del que se huye". Y agrega, reconociendo que su esfuerzo es enorme y que debe redoblarlo: "difícil/ salir del agua con agua".

Pues justamente Cesari no ignora que la figura de Juan L. Ortiz sobrevuela ese inmenso territorio fluvial sobre el que hizo posar su escritura. A este respecto, dicha presencia queda corroborada ya sea por una cita de Ortiz o bien por la alusión al legendario oficio de juventud del poeta, quien debió aprender los gajes de miniaturista y pintar paisajes, valiéndose de una lupa, en cabezas de alfileres. Por lo tanto es menester buscar o inventar otro léxico y otra sintaxis para una hidrografía que perpetuamente cambia y que al mismo tiempo permanece, de igual modo que el paisaje que cobija ese mundo acuático no cesa de renovarse para mantenerse idéntico.

Para captar esta profusión inabarcable de sensaciones auditivas y visuales que emanan de las palpitaciones –ora sosegadas, ora convulsivas– de la superficie del río, habría que recurrir, sugiere Cesari, a un taquitoscopio. Un instrumento que sería quizás el adecuado para llevar al texto de la poesía las curvas de sonoridades y silencios que emiten camalotes, peces, embarcaciones, niños que dibujan letras con ramas en el agua, pero también las ceremonias y ofrendas religiosas, en fin, las "burbujas muertas en la espuma" o los reflejos acústicos que tocan las pieles de los seres que habitan el río. ¿Coincide entonces Cesari con el propósito de subordinar, como quería Joyce, las palabras al ritmo del río?

Poesía

"El entrerrianito", por Mauro Cesari, Alción Editora, Córdoba, 2009, 53 páginas.

Precio: $ 30.





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