viernes, 22 de marzo de 2013

PRESENTACIÓN “MAGO” (GUILLERMO LESCANO)

“Mago” ha sido el título elegido por Guillermo Lescano para su última novela; muy sugerente si nos remitimos, entre otras, a esta definición de la palabra:
 
“Mago es una persona que emplea trucos y técnicas para conseguir algo extraordinario con ayuda de seres o fuerzas sobrenaturales y hace cosas sorprendentes que parecen reales”. Mago, todos lo sabemos, es aquel hombre de la galera negra y la varita que con sutileza, alguna  palabra extraña que parece no pertenecer a nuestra lengua  y cierto ingenio, hace posible la materialización, la aparición de algún objeto que antes no estaba. No existía. Los efectos del truco provocan de inmediato nuestro desasosiego, nuestra inquietud por saber algo más sobre cómo suceden las cosas o qué hay detrás de ese inexplicable fenómeno. A partir de aquí quedamos atrapados por los enigmas de la magia y de todo lo que ella pudiera transformar. Sin ser muy concientes de ello pasamos a ser parte de la alquimia y curiosamente como lectores de esta novela comenzamos a crearla junto al autor a  partir de la primera palabra que le pone nombre, su título.
“Mago”, título sugerente, decía, porque en realidad el verdadero sentido de la palabra “mago” o magia va emergiendo exquisitamente en el desarrollo de la escritura hasta que en cierto momento se nos revela con total transparencia. Es entonces cuando los sentimientos, las sensaciones que experimentan los protagonistas de este relato; una mujer llamada Mara y un hombre llamado Gerónimo, (que podríamos ser cualquiera de nosotros), no nos son para nada ajenos. Tocan inexorablemente nuestros registros emocionales haciendo que nos sintamos involucrados en tanto se nos alerta de que nosotros también estamos enredados en esta suerte de maraña que viven los protagonistas. Y digo “maraña” como disparador mágico para simbolizar el objeto-palabra  con la que juegan los personajes, que con un sinfín de términos derivados se sienten arañas que tejen de diferentes modos sus telas:  Mara dice que le encanta esto de las “tarántulas atarantadas y las arañasñañas”. Tanto ella como Gerónimo juegan para  llevarnos repentinamente al goce u otorgan lucidez para convertirnos de pronto en víctimas de nuestras propias construcciones culturales, como telas que cada vez se hacen más complejas.

A través de  Mara y Gerónimo volvemos a poner en cuestión aquello que parece real; pero que quizás ni siquiera exista, como el concepto “amor”. Con todo lo que en él pudiera caber. Con todas las formas y contenidos. Con diversidad de protagonistas. Con sus más insólitos e insondables significados según los ingredientes con que se construya como representación intelectual de una pulsión que se sublima, se llena de contenido, se reprime y se ordena. Se controla para alejarnos de nuestras más fuertes pulsiones. Y en este juego recibimos con asombro la noticia: Guillermo Lescano  nos implica incluyéndonos en su relato, apela a nuestra desconocida condición de magos. Nos sorprendemos nosotros mismos.
Porque la palabra “Mago” está presente constantemente en el relato  y los lectores la irán descifrando de acuerdo a sus particulares experiencias merced a la habilidad del escritor, que con exquisita sutileza narrativa, en lenguaje coloquial y con un estilo muy particular, logra  situarnos siempre en el territorio de lo incierto. De lo que parece que se va construyendo y de pronto va perdiendo densidad hasta convertirse en un gran derrumbe. En nada. Nadie. Que vuelve una y otra vez a construirse y a levantarse de sus ruinas vaya a saber por qué y con qué recursos ocultos,  indescifrables siempre, como quizás los de la magia… “Todos a la larga construimos un gran derrumbe”, recuerdo una cita de Margarite Youcenar, en “Como el agua que fluye”. En esta inquietud, en este desasosiego que nos envuelve y que nos atrae al vacío; en esta maraña en la que logra enredarnos el autor, poco a poco, la  narración acentúa su máximo interés. Son las voces de los protagonistas las que juegan un papel decisivo en este empatizar con uno u otro personaje, o tomar nuestros propios caminos.
Mara y Gerónimo son el pretexto para desarrollar una idea. A partir de esto el relato se hace de todos. Nosotros también lo construimos.  No queda circunscripto a dos personas sino que las trasciende, con lo cual se pone en valor y nos motiva a seguir leyendo en la búsqueda de alguna pista.
Tal vez sea ésta la razón por la cual en ningún momento cae el interés en la lectura a partir de ese diálogo que no se abre claramente entre ellos; pero que produce inquietud ya que Mara como Gerónimo operan en realidad como paradigmas de dos representaciones de la dimensión humana, que se mueven entre los polos de una contradicción que dejará la balanza fluctuando siempre. En equilibrio inestable.
Esto se irá confirmando desde las minuciosas fichas que sobre la obra de Freud, con particular atención a su escrito “El malestar en la cultura”, va revisando Gerónimo para corroborar que “la cultura se edifica sobre la renuncia de lo pulsional y cada individuo debe repetir en su persona, en el camino que va de la infancia a la madurez, ese desarrollo de la humanidad hacia una resignación razonable”.
 
Mara y Gerónimo viven encuentros amorosos muy intensos y los efectos que estos van produciendo a lo largo de su relación, al parecer no son los mismos, los van modificando; sin embargo ninguno logra escapar de una antigua angustia que va más allá de los dos, se nos hace propia y  parece estar siempre presente aún en Mara, mujer rebelde, frontal, transgresora, que ha escogido ser libre y hacer lo que le venga en gana. Es así como después de uno de estos apasionados encuentros reflexiona acerca de Gerónimo, desnudándose de algún modo: “ No entiendo nada de nada, se angustia porque la pasó bien conmigo” y continúa más adelante: “Ocurre simplemente que no es el único que se ve en medio de un inestable emocional”. Gerónimo sabe que una de las características de ella es su frontalidad y piensa: “desde el inicio se ha mostrado virulenta para todo lo que tiene que ver con lo regular con la estabilidad, con las relaciones convencionales …” (más adelante dice) ”Se relaciona con los hombres con el supuesto de que todo se puede terminar en ese mismo instante”… y continúa: “ Parece que fue educada para la ruptura”. Esta preocupación de Gerónimo lo lleva a suponer que “lo sexual” es lo más importante que hay entre Mara y él y para ello habrá llegado a la idea de que “el deseo no establece pactos de sangre con nadie”. Parece convencerse de ello cuando en otro momento afirma: “En fin,  la mina sólo quiere sexo”; pero él mismo se desconcierta cuando en lo sexual ella se muestra partidaria de todo; aunque en realidad “ ha sido y es muy convencional”. Supone entonces que Mara le tiene terror al desgobierno de las emociones. “Es más ese miedo que lo otro, aunque lo otro es también un misterio”- concluye-.
 Efectivamente Gerónimo no se equivoca,  Mara en cierto modo se contesta a sí misma: “lo de las perversiones… el lobito a veces se me degenera un poco pero ¡fantástico!... Me encantan los juegos y jugarlos, no tengo prejuicio al respecto”…. ( y más adelante continúa) “La degeneradez no me espanta, ni siquiera me desvela. Es la sintomatología del enamoramiento lo que me aterra, pero así es esto.”
Cuando se tiene la novela entre las manos es casi imposible dejarla dado que las reflexiones de Mara o de Gerónimo son ágiles, ricas, se dicen y contradicen, nos hacen partícipes activos como mediadores y protagonistas de los conflictos planteados. La narración está creada a partir de imágenes muy vívidas. De cambios de escenarios. De viajes y retornos que la llenan de movimiento. El lugar elegido: Córdoba y allí su vida, sus calles, algunos barrios, Nueva Córdoba, Iponá, el centro, sus lugares de trabajo o de estudio en la Universidad, los hoteles donde tienen lugar sus encuentros amorosos. Los cafés, los pueblos evocados por el autor, Totoral, Dean Funes… Todo al alcance de nuestras manos en estas latitudes; pero que siempre pueden extenderse hacia cualquier lugar sin nombre de nuestras culturas. 
   
 Es interesante el uso de grafías diferentes. Citas y referencias de Gerónimo en letra de mayor tamaño, quizás buscando dar mayor solvencia al estudio de ese tan nombrado y desconocido objeto que construimos desde la cultura y al que llamamos “amor”,  “derivado principal de los instintos sexuales” diría Freud y repitiría Mara, apresurándose a aclarar después, que ella no está de acuerdo del todo “aunque a veces sí llega a suceder”.
A través de Gerónimo, Guillermo Lescano trae a nuestra conciencia la reflexión sobre aquellos opuestos expresados por ciertas palabras que en los estratos de la actividad mental inconciente no logran distinguirse como tales, son las palabras antitéticas. Para ello muestra como prueba por ej. la palabra del egipcio antiguo que utilizaba un mismo término para designar la palabra “fuerte” o “débil”. Esto queda ilustrado con una cita de Freud que expresa: “la equiparación de los opuestos en el sueño es un rasgo arcaico universal del pensamiento humano.”
 Dos caras de una misma moneda: En medio de todo conflicto, por acción u omisión, el riesgo que podrá llevar a la dicha momentánea o al máximo padecimiento producido por la pérdida o la muerte del ser amado, y la lucha por mantenerse a flote serán el denominador común al asumir cualquier forma de vínculo amoroso.


Mara y Gerónimo quedarán en ese sube y baja amoroso que los descompensará en un juego repetido bajo diferentes formas; pero al fin juego audaz por haberse atrevido. Juego audaz no en sus formas sino en el insondable fondo que nos lleva a lo incierto… Pero acaso, ¿hay algo que no lo sea?... Quizás por ello Gerónimo nos sugiere: “hay que vivirlo todo como si nunca se hubiese vivido antes, hay que guiñarle el ojo a la repetición, al eterno retorno para poder vivir”. De cualquier modo los seres humanos que asumen la aventura de vincularse entendiendo el amor como lo entiendan bajo diversidad de formas y protagonistas, habrán quedado solos, dolientes en medio del camino más de una vez, sin encontrarse en ese objeto que cada uno construyó a su modo como pudo o supo de un lado o de otro, por eso de que la cultura se edifica sobre la renuncia de lo pulsional y no hay vuelta atrás. Por más derrumbes y nuevas construcciones estaremos enredados para siempre en la maraña y tal vez un día de estos sin darnos cuenta, nos encontremos con Mara o con Gerónimo sentados en esa plaza, quizás la del deseo, para poder reinventarnos de una y mil maneras en el intento de dejar “en la oscura transparencia del olvido”… “lo que los viajes no pudieron modificar”. (G.L en “Mago”)

Por Maresa Maldonado (20/3/2013)